MIÉRCOLES, 17 de agosto 2016.-Al cumplirse este año el Bicentenario de la Declaración de la Independencia -efectivizada en un contexto no exento de dificultades como el que se vivía en aquel 9 de julio de 1816- el Instituto Nacional Sanmartiniano rinde homenaje al General José Francisco de San Martín, Padre de la Patria y Libertador de la Argentina, Chile y Perú; de quien hoy se cumple el 166º aniversario de su tránsito a la gloria, el 17 de agosto de 1850.
Resalto el hecho del Bicentenario porque San Martín tuvo un compromiso infatigable con vistas a dar el paso más trascendente de nuestra historia: ser libres e independientes de España y de toda otra dominación extranjera.
El hombre que nació en Yapeyú (localidad de la actual provincia de Corrientes) un 25 de febrero de 1778, demostraría estar dotado de cualidades extraordinarias a lo largo de toda su existencia.
Fue militar profesional, veterano de guerra en tres continentes. Su bautismo de fuego tuvo lugar en el norte de África, a los 13 años de edad, en 1791; intervino en distintos campos de batalla en Europa durante las guerras napoleónicas y retornó a Buenos Aires en 1812 para luchar por la libertad de Sudamérica. Tras diez años de vida pública consiguió asegurar la independencia de tres países.
Por si alguien tenía dudas de su fidelidad a la causa sudamericana; él se encargó personalmente de disiparlas cuando encabezó una carga de caballería en San Lorenzo (3 de febrero de 1813). Allí, en un combate que duró aproximadamente quince minutos, pudo perder la vida de no ser por la fidelidad de heroicos granaderos como Cabral y Baigorria.
San Martín escribió reiteradamente a Tomás Godoy Cruz, diputado cuyano en el Congreso de Tucumán, insistiendo en la necesidad de que la Independencia fuese declarada cuanto antes. Era la cobertura legal que necesitaba para emprender el Cruce de los Andes comandando el ejército regular de un país soberano; caso contrario el mundo interpretaría la campaña como una simple rebelión contra el monarca español Fernando VII.
Declarada la Independencia, San Martín cruzó los Andes (entre el 19 de enero y el 8 de febrero de 1817), venció en Chacabuco (12 de febrero del mismo año), fue sorprendido y derrotado en Cancha Rayada (19 de marzo de 1818) y se recuperó pronto, con voluntad férrea, para obtener su victoria más contundente en Maipú (5 de abril del mismo año); garantizando para siempre la independencia de Chile.
Pero la faceta militar no fue la única en la que se destacó el Padre de la Patria, ya que se reveló como un político avezado e inteligente en pos de objetivos magnos como la Libertad y la Independencia; ocupándose en forma simultánea de los preparativos que demandaban la Guerra de la Emancipación Sudamericana y de acciones para mejorar las vidas de los pueblos que tuvo la responsabilidad de gobernar: primero, en Cuyo (1814-1817) y luego en el flamante Perú independiente (1821-1822).
Desde la Gobernación Intendencia de Cuyo, mientras creaba y organizaba el Ejército de los Andes, sus medidas para fomentar industrias, mejorar cultivos y su preocupación por la salud pública, entre otras acciones, se desarrollaron bajo una gestión austera, en momentos en que se debía administrar la escasez con inteligencia. Esto lo convirtió en ejemplo de gobernante casi autónomo respecto de las autoridades de Buenos Aires (sumidas en severas dificultades económicas características de toda guerra).
La experiencia ejecutiva cuyana le sirvió a San Martín para evidenciar sus dotes de ESTADISTA en el Perú a lo largo de tan sólo 13 meses de gobierno: estableció la libertad de vientres, suprimió los tributos específicos a indígenas, promovió la libertad de comercio e imprenta, creó la Orden del Sol, diseñó una bandera y hasta participó en un jurado para elegir el actual himno nacional peruano como canción patria.
Un aspecto significativo que merece resaltarse es la donación de buena parte de su colección personal de libros para la fundación de la Biblioteca Nacional del Perú. El compromiso de San Martín con la cultura y el conocimiento fueron una preocupación constante a lo largo de toda la Campaña Libertadora, puesto que consideraba que «la ignorancia es la columna más firme del despotismo». Para cambiar la mentalidad de súbditos por otra de ciudadanos, sostenía su anhelo de que «todos se ilustren en los sagrados libros que forman la esencia de los hombres libres» y que «la biblioteca es destinada a la ilustración universal y más poderosa que nuestros ejércitos para sostener la independencia».
Hoy, por medio de esta columna, recordamos al hombre que se comprometió a no desenvainar su espada en guerras civiles; sólo en defensa de una patria unida. Hace exactamente 166 años, San Martín entraba por la puerta grande de la historia.
El Instituto Nacional Sanmartiniano tiene la misión de investigar y difundir la vida, obra y ejemplo del Padre de la Patria para las generaciones presentes y futuras. Este hombre sencillo, austero, inteligente y apasionado, hoy llevado al bronce. Para cumplir con nuestra misión de acercarlo, día a día, a todo ciudadano, hacemos propio el espíritu del Gran Capitán en estas palabras: «Al americano libre corresponde trasmitir a sus hijos la gloria de los que contribuyeron a la restauración de sus derechos».
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