DOMINGO, 28 de febrero 2021.- Hace años Jorge Rabassa, científico, geólogo y doctor en Ciencias Naturales doctorado en la Universidad de New York, le viene pidiendo a las autoridades que tomen medidas para prevenir el impacto que podría tener un maremoto en las ciudades de la Patagonia Sur.
Sus fundamentos son netamente científicos y los explica. «Aunque muchos se nieguen a creerlo, las condiciones están dadas para que en algún momento se provoque un tsunami en el Sur de la Costa Atlántica. Lo que intento es concientizar a las personas y a los gobiernos. Hay una gran ignorancia sobre el tema, pero yo sigo tratando de ayudar en crear conciencia: los sismos y tsunamis existen y son posibles en nuestro país. En 1898, Mendoza fue totalmente destruida por un terremoto. Y San Juan lo sufrió en 1944. No estamos haciendo fantasía científica, solamente decimos que estas cosas pasaron y pueden volver a ocurrir…”, sentencia.
Rabbasa asegura que en un período que abarca entre mil y seis mil años, se produjeron al menos tres tsunamis en la zona de Magallanes y Ushuaia. Y recuerda algunos movimientos sísmicos que se produjeron en la zona. “El último ocurrió hace 71 años. En 1949 el Estrecho de Magallanes y la costa occidente de Tierra del Fuego sufrieron un sismo de 7.9, uno de los más fuertes que existieron desde que se tienen instrumentos de medición en la Argentina”.
Por estas razones, asegura que es muy posible que tarde o temprano haya un tsunami en Tierra del Fuego y Santa Cruz. La gran pregunta es ¿Qué consecuencias puede tener?
«Habrá que ver el epicentro de la liberación de energía para observar el daño efectivo que pueda causar. Sacando Mendoza y San Juan, Tierra del Fuego está considerada como la tercera provincia en actividad sísmica. Río Grande y Rio Gallegos son dos ciudades que se verían muy afectadas, tanto por su ubicación cercana a la Falla de Magallanes como por lo bajo de sus costas.
Puedo decirle que Río Gallegos cuenta con una gran barra arenosa. En el caso de un sismo o tsunami, esa cresta de arena semi sumergida actuaría como una especie de estructura de defensa que absorbería parte de esa energía. En Río Grande, esa cresta costera no existe con esas dimensiones, lo que implica una mayor preocupación», sentenció.
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