LUNES 22 de julio de 2024.- Entre las múltiples variantes que pueden afectar el rendimiento escolar de los estudiantes, uno de los más comunes es la dislexia. Este problema del lenguaje y de aprendizaje se presenta especialmente en niños, niñas y adolescentes, y de hecho, tiene un impacto significativo en la decisión de continuar o no con sus estudios.
Según la Organización Mundial de la Salud, la dislexia es un trastorno específico de la lectura cuyo “rasgo principal es una dificultad específica y significativa en el desarrollo de las habilidades para la lectura que no puede explicarse únicamente por la edad mental, problemas de precisión visual, o una escolarización inadecuada”.
Tan solo en México, alrededor de un 7% de la población tenía algún nivel de dislexia hasta 2021, de acuerdo con las cifras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Sin embargo, las mediciones deben ser actualizadas y tratadas con seriedad, pues, según el Ministerio de Educación de España, la dislexia es responsable de casi la mitad de los casos de abandono escolar, mientras que otros estudios indican que más del 65% de los casos de fracaso escolar se deben a diagnósticos erróneos de dislexia, discalculia, disgrafía y disortografía.
El Child Mind Institute señala en un artículo titulado En pocas palabras, ¿qué es la dislexia?, que la detección temprana de este problema es crucial para prevenir el fracaso escolar, así como problemas de autoestima. Un diagnóstico tardío puede tener serias repercusiones en la salud mental de los estudiantes, quienes frecuentemente no entienden por qué no pueden seguir el ritmo de aprendizaje de sus compañeros. Este malentendido puede llevar a sentimientos de incapacidad y, en consecuencia, a problemas emocionales graves.
Para que los estudiantes con dislexia puedan alcanzar un rendimiento académico acorde a sus capacidades, es fundamental que reciban la ayuda educativa adicional necesaria, la cual debe enfocarse en compensar las dificultades específicas en lectoescritura que enfrentan. La Universidad Insurgentes expuso en un artículo sobre el tema que, en el ámbito universitario, es necesario realizar adaptaciones específicas para los estudiantes con dislexia, que incluyen el uso de herramientas tecnológicas y la flexibilidad en la realización de exámenes. Estas medidas permiten que estos estudiantes puedan llevar a cabo sus estudios sin problemas adicionales y desarrollen sus capacidades académicas plenamente.
Cómo la IA puede combatir la dislexia
Precisamente para que pueda mejorarse el diagnóstico de esta afección, la inteligencia artificial (IA) está ganando terreno como una herramienta para el tratamiento y manejo de la dislexia. De acuerdo con la organización Change Dyslexia, la IA tiene la capacidad para mejorar la detección temprana con pruebas de cribado; la organización explicó en un artículo que sus pruebas solo duran 15 minutos y permite identificar a niños y adolescentes entre 7 y 17 años con una mayor eficiencia en comparación con los métodos tradicionales, que suelen ser más prolongados y menos prácticos.
También se puede utilizar la capacidad de la IA para personalizar los tratamientos de forma individualizada. Con ellos pueden ofrecerse ejercicios adaptativos que se ajustan a las necesidades específicas de cada paciente mediante sistemas de aprendizaje automático. De la misma forma, se puede mantener el interés y la motivación de los estudiantes mayores de 12 años, quienes a menudo son los que más enfrentan frustraciones con los métodos de enseñanza convencionales.
Además, si los docentes y las escuelas usan programas impulsados por IA se puede ayudar a mejorar las habilidades de lectura y escritura de los estudiantes.
¿Qué pasa en el cerebro cuando tenemos dislexia?
A pesar de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que el 10% de la población mundial es dislexica, la condición sigue siendo subdiagnosticada, con solo el 4% de las personas afectadas conscientes de su situación y apenas un tercio de los niños recibiendo la atención adecuada.
Los docentes suelen encontrarse con estudiantes que, pese a tener inteligencia normal o superior, presentan dificultades significativas para leer. Estos niños confunden sílabas, mezclan sonidos, y tienen problemas al unir o separar palabras correctamente. Pero, ¿qué procesos cerebrales están involucrados en este trastorno?
Según la doctora Esther López Carvajales, presidenta de la Federación Plataforma Dislexia (España), la dislexia es un trastorno de base neurobiológica con un componente genético importante. En un artículo, doctor Pablo Ruisoto, experto en Neuropsicología, comentó que las dificultades lectoras pueden caracterizarse por problemas en las rutas fonológica y visual del cerebro, utilizadas respectivamente para leer palabras nuevas y frecuentes. La lectura, un proceso que modifica significativamente el cerebro, requiere una enseñanza explícita que forme conexiones entre las áreas que procesan la visión y el lenguaje.
La dislexia también se asocia a la interacción de tres sistemas principales de procesamiento en el hemisferio izquierdo del cerebro: el área visual de la forma de las palabras (VWFA), el área de Broca y el área de Wernicke. La VWFA, situada entre los lóbulos temporal y occipital, facilita el reconocimiento visual de las palabras. El área de Broca es crucial para la decodificación grafema-fonema, mientras que el área de Wernicke, ubicada entre los lóbulos temporal y parietal, se encarga del análisis y asociación grafema-fonema.
Los investigadores también toman con seriedad la hipótesis de un déficit fonológico, la cual sostiene que la dislexia afecta habilidades lingüísticas como la conciencia fonológica y la memoria verbal a corto plazo. Estudios recientes han demostrado que la dislexia tiene una alta heredabilidad, estimada entre el 40% y el 60%. Genes como DYX1C1, DCDC2, DYX9 y DYX2 están implicados, aunque el mecanismo exacto sigue siendo incierto. Al mismo tiempo, factores ambientales también pueden influir en la manifestación del trastorno.
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