MARTES, 3 de abril 2018.- La flota zarpó para el Océano Austral en noviembre, con planes para matar a 333 ballenas minke, violando una moratoria mundial y la oposición encabezada por Australia y Nueva Zelanda.
Cinco barcos japoneses regresaron el sábado 31 de marzo al puerto de Shimonoseki con 333 ballenas que pescaron en la Antártida desde noviembre pasado.
Los pesqueros se amparan en un controvertida clausula que permite la captura de cetáceos para su posterior análisis científico.
Si bien Japón firmó la moratoria sobre la caza de ballenas de la Comisión Ballenera Internacional que va en contra de la pesca para fines alimenticios, la respuesta ante la protesta de organizaciones en defensa de los animales, fue que el objetivo era utilizarlas para investigaciones.
En el país asiático la demanda de cetáceos para comer viene disminuyendo desde comienzos del 2017, sin embargo las matanzas por parte de barcos no cesan.
Más de 200 personas, entre ellas tripulantes y sus familias, se reunieron bajo la lluvia para una ceremonia de 30 minutos frente al Nisshin Maru, la nave principal de la flota, según un funcionario del gobierno de la ciudad de Shimonoseki.
En un comunicado de prensa, la agencia describió la misión como «investigación con el propósito de estudiar el sistema ecológico en el mar Antártico».
Pero los ambientalistas y la Corte Internacional de Justicia (CIJ) dicen que es una ficción y que el verdadero propósito es simplemente cazar ballenas por su carne.
Anticipando el regreso de la flota, la sociedad de protección animal Humane Society International pidió el fin de la caza de ballenas japonesa. «Cada año que Japón persiste con su desacreditada caza científica es otro año en el que estos maravillosos animales son innecesariamente sacrificados», dijo Kitty Block, vicepresidente ejecutivo del grupo.
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