SÁBADO, 20 de julio 2019.- Japón sigue matando ballenas. En la última campaña, completada el pasado mes de marzo, los balleneros japoneses acabaron con la vida de 333 cetáceos en aguas australes. La cifra es escalofriante, pero todavía lo es más si se miran los detalles y se descubre que 122 de las ballenas muertas (el 96% de las hembras capturadas) estaban preñadas. Además, 114 de los cetáceos cazados eran ejemplares inmaduros (crías o jóvenes).

Estos son algunos de los datos que se recogen en el informe enviado a la Comisión Ballenera Internacional por los científicos encargados de analizar los datos de la campaña anual de Japón estudio y captura de ballenas.

El informe técnico (Results of the third biological field survey of NEWREP-A) sigue al pie la estrategia del gobierno de Japón de presentar la caza masiva de ballenas como una actividad científica.

De hecho, los autores del estudio destacan que la ‘recogida de muestras’ (animales muertos) ayuda a conocer con más detalle la alimentación, ciclo de vida y actividad reproductiva de las ballenas (en este caso de la especie Balaenoptera bonaerensis; rorcual austral o Minke antártico).

La Comisión Ballenera Internacional, al igual que diversos tribunales de justicia internacional, han condenado durante los últimos años la decisión unilateral de Japón de mantener la caza de ballenas. Japón sigue haciendo caso omiso a estas condenas con la excusa de que la captura de cetáceos (para esta última temporada el gobierno nipón autorizó 342 capturas) forma parte de las actividades científicas para el estudio de estos animales.

Las excusas científicas de Japón no esconden que las ballenas capturadas acaban en los mercados y restaurantes, con el beneplácito de la mayor parte de la población japonesa.

Diversas organizaciones científicas y conservacionistas internacionales han reiterado esta primavera sus críticas a la caza científica de ballenas por parte de Japón. En opinión de estas entidades, se debe respetar de forma estricta la prohibición de caza de ballenas en los términos aprobados por la Comisión Ballenera Internacional.

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