MARTES, 3 de julio 2018.- Llegado desde Chile en su última visita a la Argentina como asesor científico en jefe del Ministerio de Asuntos Exteriores británico («Ya es tiempo de que venga otra persona con nuevas ideas», afirma), el profesor de física del Imperial College, Robin Grimes, desarrolló una agenda apretada. Se reunió con el Ministro de Ciencia, Lino Barañao, visitó laboratorios, entre otros, los de Y-TEC, mantuvo encuentros de trabajo con investigadores, y todo lo hizo con la calidez y el buen humor que lo caracteriza.
Nieto de un agricultor y de un plomero («Vengo de los estratos más bajos de la sociedad», aclara, con una sonrisa), Grimes investiga en «defectos de materiales nucleares». «Son muy interesantes -comenta-. Por ejemplo, uno los necesita para la conducción de electricidad a través de una membrana, si no hay defectos no hay conducción. Las baterías de litio también funcionan por los defectos. Si no hay defectos, no se mueven los iones de litio». Pero eso no le impide viajar por el mundo anudando lazos de cooperación científica.
«Acabamos de firmar un memorándum de entendimiento entre nuestras organizaciones de investigación antártica -cuenta-. Podremos compartir nuestras bases, lo que significa que ahorraremos un montón de dinero y, desde mi punto de vista, ¡podremos gastarlo en hacer más investigación!»
-Doctor Grimes, es la tercera vez que viene a la Argentina como embajador científico. El año pasado le pregunté qué pasaría con la ciencia británica si abandonaban la Unión Europea…
-Y probablemente le dije que no sucedería. Ups…
-Sin embargo, ocurrió. ¿Qué cambió a partir del Brexit?
-Primero, el hecho de que yo haya pensado que no íbamos a alejarnos, y sin embargo lo hiciéramos, muestra que los científicos en jefe pueden equivocarse (se ríe). Seguro que no va a ser lo único en lo que me voy a equivocar…
-¿Están sufriendo recortes presupuestarios?
-Bueno, de hecho, no. Al contrario, nuestro presupuesto creció. Aspiramos a pasar del 1,7% al 2,4% del PBI para ciencia y tecnología. Por supuesto, no todo ese dinero vendrá del Estado. Se necesitarán también fondos del sector privado. Será complicado, pero la colaboración internacional es parte de ese proceso.
En este sentido, estoy totalmente convencido de que Gran Bretaña y la Argentina pueden ser maravillosos socios científicos. Y la razón para esto es principalmente que la Argentina hace buena ciencia. En otras palabras: reconoce la necesidad de excelencia, algo que no todos los países comprenden. Si uno quiere progresar, tiene que tener esta actitud.
-¿Cómo logran mantener a la ciencia y la tecnología en un lugar prioritario de la agenda política?
-La ciencia del descubrimiento es el cimiento de la prosperidad. Los políticos tienen que alcanzar un equilibrio difícil. Mucho de lo que tienen que resolver es inmediato y la ciencia lleva tiempo. El trabajo de personas como yo es tratar de mantenerla al frente de las mentes de los políticos, explicarles porqué es importante otorgarle fondos, promover la colaboración y permitir que esos descubrimientos ocurran.
-¿Qué beneficios tiene para Gran Bretaña asociarse con un país en dificultades y de menor desarrollo?
-Nuestros sistemas educativos, nuestras sociedades son diferentes, de modo que vemos los problemas de maneras sutilmente distintas. Y si uno quiere avanzar en problemas realmente difíciles, necesita tener perspectivas diferentes. Además, a pesar de los problemas, apreciamos que haya un reconocimiento de que esto tiene sentido desde el punto de vista individual del científico. Los investigadores están encantados de trabajar unos con otros; tanto argentinos como británicos están comprometidos a que esto funcione.
-¿Cómo ve el futuro de la colaboración?
-Nunca hay seguridad, pero creo que crecerá. Antes que nada, por nuestras aspiraciones de mejorar el presupuesto para la ciencia, pero también porque necesitamos ampliar nuestros horizontes de socios científicos. Es un tiempo muy bueno desde ese punto de vista.
-¿Ya firmaron acuerdos concretos?
-Sí, por ejemplo, investigaremos en resistencia microbiana. Contribuiremos con cinco millones de libras al financiamiento de estudios sobre el tema. Somos muy afortunados de que la Argentina quiera asociarse con nosotros. Es muy bueno, de verdad. También conversamos sobre colaboraciones de laboratorios británicos y argentinos en agrotecnología. Veremos crecientes investigaciones conjuntas en este campo.
Una de las ventajas es que como estamos en diferentes hemisferios, podemos tener dos cosechas por año, de modo que se duplica el ritmo de descubrimiento. También dejamos en marcha otra iniciativa, financiada en conjunto por la compañía GSK y el Conicet, para desarrollar una serie de conferencias de ganadores de premios Nobel de Gran Bretaña. Tenemos pensado que vengan aquí, puedan dar charlas, encontrarse con científicos. Mi tarea es facilitar vínculos entre la gente joven, pero cada tanto también hay que trabajar en el otro extremo del espectro, entre los que están bien establecidos.
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