RÍO GRANDE, 26 de abril de 2021.- Las historias pueblerinas son sencillas, no hay grandilocuencia en ellas ni forman parte de las vidrieras mediáticas. Sin embargo, algunas producen grandes transformaciones y cambian la vida de sus protagonistas.

La historia sobre la provincialización de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur es una de ellas. Surgió de una preocupación política, de una observación preocupada por parte de un fueguino, sobre este lugar y sus circunstancias. Las relaciones de poder, que marcaban profundamente los estatus sociales de “pertenencia” de algunos privilegiados y excluían a muchos, privándolos de la posibilidad de ser artífices en el diseño del destino y el futuro de su tierra y sus habitantes.

Se puede marcar un hecho como disparador de ese proceso.  Reunidos con Miguel Vacas, bonaerense con experiencia de gestión en el plano nacional, y Ministro por ese tiempo del gobierno recientemente nombrado,   hablábamos sobre el arribo de los ministros que acompañaron a Mariano Loedel,  Gobernador designado en 1973, donde observamos que venían vestidos con ropa veraniega,  sin estar preparados para asumir a un cargo público en Tierra del Fuego

Tiempo después conversando con varios de los protagonistas de este hecho por ese entonces ministros del Territorio de Tierra del Fuego, nos contaron que ellos habían ido a despedir a Mariano (Loedel) en el aeroparque y que, al momento del embarque, éste les pidió que lo acompañaran en el avión presidencial con rumbo a Ushuaia.  Durante el vuelo les fue ofreciendo ministerios, conformando el gabinete que luego tendría a su cargo la vida y hacienda de los fueguinos.

Recapitulando con Miguel ese acontecimiento, nos preguntábamos cómo se podría revertir esa situación de que por el solo hecho de ir a despedir a un amigo se convirtieran en ministros.

Ante ello Miguel me dice: “mirá,  hay una sola manera de que este territorio nacional pueda elegir sus autoridades y  disponer de sus riquezas de manera autónoma. Para que el pueblo de Tierra el Fuego puede elegir a sus gobernantes tiene que ser provincia”.

Después de esta charla, la chispa estaba encendida.  Pasó un tiempo y lo fui comentando con algunos compañeros. Puedo asegurar que no fue un proyecto que pegara mucho en sus etapas iniciales.

Tiempo después, finalizado el gobierno de Mariano Loedel, quedamos en contacto permanente con Miguel Vacas.

En una de las comunicaciones habituales, me comentó que estaba en el Consejo Federal de inversiones y se veía semanalmente con Arturo Enrique Sampay, quien fuera miembro informante de la constitución Peronista de 1949 y que,  comentada la  idea de provincializar Tierra del Fuego, le pareció interesante, sugiriendo empezar un trabajo con tiempo.

Propuse, desde mi lugar de concejal, en conversaciones informales con los colegas, generar antecedentes que nos permitieran iniciar de alguna manera el proceso.

La historia continuaba su curso. Con el cambio de gobierno habíamos estado reunidos con el gobernador Gregorio Lloret y coincidió en que había que actualizar el Decreto Ley 2191/57 que oficiaba de carta orgánica del Territorio Nacional.

Esa aseveración me dio posibilidad de insistir en el concejo deliberante a mis colegas, de que era conveniente empezar un trabajo para ir sentando las bases de un proyecto provincializador.

En honor a la vedad, debo decir que me llevó tiempo, convencer a la concejal Rubio de Mingorance, quien en esa ocasión acuñó la frase “Territorio rico Provincia pobre” argumentando que pidiendo y manteniendo buenas relaciones con el poder central, obtendríamos más que contando con recursos propios.

Cuando logré convencer al cuerpo, con fundamentos políticos y geoestratégicos, de que era oportuna mi propuesta, ésta que se concretó con la resolución 217 del 31 de octubre de 1975 aprobada por unanimidad, donde se contrataba a Miguel Vacas, miembro del Consejo Federal de Inversiones, para esa tarea.

Presentado el trabajo, quedó plasmado en un proyecto de Constitución provincial del que aún tengo copias.

Mas allá de los “ruidos” que llegaban desde el poder central, transitábamos los últimos meses del año 1975 y nos acercábamos a una etapa oscura que quebraría no sólo el orden institucional sino los sueños y esperanzas del pueblo en su conjunto.

El 24 de marzo de 1976, a primera hora de la mañana, llegó a mi casa Elena Mingorance, para informarme que debía presentarme en la municipalidad, a los efectos de ser informado de la disolución del cuerpo deliberativo y el final de nuestra gestión.  Tiempo después, Doña Elena, desarrolló funciones como Secretaria de Finanzas de la intervención militar en el municipio local, para ese entonces en la figura de Don Alberto Vicente Ferrer.

Pasaron unos primeros meses en que los encuentros entre los compañeros peronistas eran muy furtivos.  Mantuvimos con Domingo Montes la idea de que no nos distanciáramos; de que nos mantuviéramos comunicados por una cuestión de seguridad.  Ya en ese momento lo habían detenido a Rodolfo Canalis,  a Sergio Barrientos y a Eduardo Vázquez.

Así comenzó la etapa de la resistencia.  Como estrategia conjunta, estuvimos permanentemente en contacto de las maneras posibles evitando los riesgos que sabíamos se corría a lo largo de ese proceso.

Ya para fin de este año del 76, nos empezamos a reunir en un galpón* de mi propiedad, en el que funcionaba una carpintería metálica.  Sería ese el punto de encuentro de los compañeros de la reconstrucción Peronista.

Allí al final de la jornada, nos juntábamos a tomar unos mates y conversar.  Concurrían Domingo Montes, Sergio Barrientos, José Noir, Horacio Diaz, Rodolfo Canalis, Hugo Domínguez y en esa etapa se incorporó Martin Torres y otros compañeros mas. Se acercaba también Miguel Vacas en oportunidad de encontrarse de viaje en la ciudad, colaborando en todo el recorrido hasta el momento mismo de la provincialización.

Las primeras dudas que se nos presentaron giraban en torno a cuál iba ser el eje de nuestra actividad en la resistencia, cual nuestro discurso, nuestra propuesta política capaz de convocar voluntades y que al mismo tiempo no resultaran sospechadas de subversivas.

Propuse en ese momento avanzar con el proyecto trunco de la provincia, era un objetivo a largo plazo, no tenía propuestas antagónicas y nos permitía determinar un rumbo que nos contuviera y alineara a todos.

Una de las anécdotas que nos quedó de esa época fue que estando en el galpón con Domingo Montes, llegó Sergio Barrientos, se puso al lado del calorama como era costumbre fueguina y nosotros, ansiosos por practicar los primeros argumentos, le contamos que estábamos hablando de cómo iniciar la tarea política a partir del proyecto de la provincialización de Tierra del Fuego. Sergio, de conocido escepticismo, nos escuchó con cara de desconfianza y nos dijo remarcando la frase: “eso es utópico” y se fue dando un portazo. con Domingo nos quedamos extrañados y sonriendo.

El inicio de la Utopía estaba ratificado. Sergio Barrientos, luego fue un activo partícipe del proceso de provincialización y protagonista de la nueva historia que se comenzaba a delinear.

Para Sergio, y para los demás peronistas como nosotros, había una realidad clara: no había en el mundo otro lugar. ¿dónde más íbamos a ir?.

El resto de los compañeros, se fueron integrando, comentando y abonando la propuesta.

Tenía connotaciones geopolíticas, de profunda impronta peronista, fortalecía el espíritu de soberanía tan necesario en el plano nacional e internacional y consolidaba la integración territorial de la Isla al Continente.

Sabedores de que esta gesta no era de fácil concreción, significó un norte para un grupo de Peronistas fueguinos que siguieron militando y encontrándose para compartir las alegrías y tristezas en una etapa histórica de persecución y muerte.

Los años siguientes, recorrieron los sucesos hoy conocidos.  No fue fácil para militantes del campo popular. Muerte, persecución, desapariciones y quita de derechos, enmarcaron el proyecto civico-militar que consolidó un modelo económico de vaciamiento y saqueo.

Nuestro lugar en el mundo, nos permitió seguir resistiendo y esperando la vuelta soñada. Las reuniones en el Galpón, los locros de Chiquito Martínez que se programaban para el 17 de octubre pero que lo simulábamos con el festejo del “Día de la Madre”, nos permitieron mantener el lazo solidario que unía a quienes abrazábamos la causa peronista.

Muchos compañeros se fueron sumando.  Ya para esa época eran habituales los encuentros con “Chiquito”, donde tomábamos un té y repasábamos las noticias nacionales.

LA HISTORIA CONTINÚA

El desarrollo de la etapa en la resistencia tuvo como característica principal rehacer la organización política, tarea que realizamos sumando compañeros y cuidándolos,  evitando situaciones que los pusieran en riesgo tanto a ellos como a sus familias.

Comenzaron también nuestros viajes a Ushuaia donde fuimos tomando contacto con compañeros de allá, estableciendo una tarea provincial. Podemos mencionar a Adrián De Antueno, Jorge Moyano, Dora Chelaliche, Lucho Petrina, Norma Martínez, Leonardo Lupiano, Antonio Godoy, Tono Perez, Isidro Velez, Omar Prada y muchos más que se hace imposible nombrar. También como figura reconocida estaba Ester Fadul, quien había sido Diputada Nacional durante la época Peronista y referente destacado del justicialismo local.

A efectos de focalizar en el tema de la provincialización, para el año 1983 llegó la apertura democrática.  Se logró el compromiso de parte del  Compañero Ïtalo Argentino Luder, (candidato a presidente del peronismo), de provincializar tierra del Fuego en caso de resultar ganador.

Se perdió la Presidencia y en Tierra del Fuego, se ganó la Intendencia de Río Grande con Esteban “Chiquito” Martínez a la cabeza y una banca de Diputado Nacional que ocupó el Compañero Carlos Martín Torres.

La municipalidad local nos sirvió como plataforma para destacar a nuestros compañeros y compañeras como hacedores y candidatos potables que surgían de nuestras bases y producto de una intensa vida partidaria.

Asumido nuestro Diputado Torres,  desarrolló la tarea para la que nos habíamos preparado durante los últimos 8 años, presentar el proyecto de provincialización.

Desplegamos una campaña nacional en cuanto foro se nos permitió.

El Diputado Torres recorrió buena parte del país buscando el apoyo para nuestro proyecto.

Todos desde nuestros lugares, hacíamos una tarea permanente para poner en agenda el tema de la provincialización y comenzó el largo recorrido parlamentario con tres proyectos en pugna.  Uno presentado por Adolfo Sciurano, sin Antártida y Malvinas, que dimos en llamar “provincia chica” otro presentado por Martín Torres, con Antártida, Malvinas y plataforma marítima delimitada, lo que llamamos  Provincia Grande y otro que contenía la Isla Grande de Tierra del Fuego y Malvinas , sin Antártida, que no se sostuvo por mucho tiempo.

Podríamos sintetizar las grandes tensiones que se dieron en torno a la gesta provincializadora.  Por un lado “Territorio rico – provincia pobre» y por otro, ya en la discusión nacional “Provincia grande – provincia chica»

Ya en 1986 en la Legislatura Provincial que en ese momento presidía,  logramos sancionar la resolución 1/86 en histórica sesión , por unanimidad para impulsar el proyecto de la Provincia Grande.

La unanimidad involucraba también al Bloque Radical del momento, que acompañó la propuesta peronista local, en contra del mandato del gobierno nacional de Raúl Alfonsín.

El bloque radical fue citado a Buenos Aires, para dar explicaciones por esa conducta.

Fue el premio a nuestra pasión peronista y persistencia con la que logramos ese apoyo y acompañamiento del pueblo fueguino que poco a poco se sumaba a esta causa.

El Congreso Nacional tomó la Resolución de la Legislatura Territorial, como la expresión de la voluntad del pueblo fueguino.

Mucha Agua pasó bajo el puente. Finalmente el 26 de abril de 1990, durante el mandato de Raúl Rodríguez como Diputado Nacional, en histórica Sesión, se aprobó el proyecto de provincia grande, aunque quedaron pendientes de definición los límites, manteniéndose los establecidos en el decreto 2191/57, hasta la resolución de los mismos.

Muchos representantes fueguinos presenciaron el momento.  Martín Torres, por entonces Gobernador designado, Legisladores, Concejales y una gran cantidad de compañeros que desde sus lugares, habían sumado un granito de arena para lograr el éxito del proyecto. Entre llantos y sonrisas, se festejó el cumplimiento del objetivo superior, no sólo para los intereses fueguinos, sino también para la nación toda.

Toda esta epopeya fue una típica acción Peronista. Todos involucrados desde su puesto de militancia. Un triunfo popular que debiera servir de ejemplo para otras conquistas aún pendientes.

Como Corolario de este recorrido podemos asegurar que la provincialización de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur fue una gran gesta del peronismo fueguino en su conjunto.

 

 

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