MIÉRCOLES, 2 de mayo 2018.- Con la llegada del frío, es recomendable potenciar los cuidados en los bebés, ya que la bronquiolitis es usual es esta época. Se trata de una enfermedad aguda de causa viral que se presenta con frecuencia en el lactante menor de 1 año, afecta la vía aérea pequeña, es decir, los bronquios finos. Su principal causante, en más del 90 por ciento de los casos, es al virus sincicial respiratorio (VSR). Durante el período epidémico, la bronquiolitis es la principal causa de internación de niños, pese a que sólo ocurre entre el 1 y el 3 por ciento del total de afectados.

Los bebés prematuros de bajo peso y los niños menores de 2 años que presenten afecciones cardíacas o pulmonares crónicas son quienes tienen mayor riesgo de contraer bronquiolitis.

La mayoría de los contagios provienen de un adulto con resfrío común. Se transmite de una persona a otra (al estornudar o al toser) o a través de superficies (en las cuales el virus permanece vivo por varias horas) luego de tocarse la nariz, los ojos o la boca.

Su primera manifestación es similar a un resfriado “común”, razón por la que en muchas ocasiones es confundida con una gripe.

El diagnóstico de la bronquiolitis es eminentemente clínico. Las radiografías y los análisis se indican únicamente para aclarar posibles complicaciones y en casos en los que resulte necesaria una internación.

Cuando la bronquiolitis evoluciona, se presenta tos, sibilancias (silbidos en el pecho), respiración acelerada y dificultosa del bebé, congestión nasal, malestar, fiebre mayor a 38º por más de 24 horas y pérdida de apetito. Los síntomas pueden durar desde 7 a 30 días, con mayor intensidad entre el segundo y tercer día desde que comienza la tos. Sin embargo, es necesario aclarar que no cualquier tos que presente el niño significa bronquiolitis, pese a que sea su síntoma más frecuente.

Hasta el momento no puede hablarse de un tratamiento efectivo ni específico para esta enfermedad. Generalmente, suelen utilizarse broncodilatadores, corticoides, nebulizaciones, aspiraciones y fisioterapia respiratoria, pese a que no existe evidencia científica que justifique su aplicación. La mayoría de los casos presentan un buen pronóstico y mejoran en 15 días, sin secuelas.

La bronquiolitis es una infección viral, razón por la cual los antibióticos no resultarán útiles. No automedicar al niño con descongestivos, jarabes ni expectorantes.

No debe considerarse bronquiolitis a aquellos episodios diagnosticados como broncoespasmos recurrentes luego de consultas aisladas a servicios de emergencias y no al pediatra de cabecera. A diferencia de la bronquiolitis, los pacientes con broncoespasmos recurrentes sí responden a broncodilatadores y corticoides.

Incorporar y mantener el hábito de la higiene de manos con agua y jabón o alcohol en gel.

Evitar la exposición del bebé en ambientes con aglomeración de personas y poca ventilación o con humo de cigarrillo. Este último incrementa aproximadamente cinco veces el riesgo de contraerla.

Enfatizar la lactancia materna para incrementar las defensas del bebé.
Realizar controles periódicos al pediatra.

Cumplir con el calendario de vacunación. Actualmente, no existen vacunas para esta enfermedad.

La consulta médica precoz resulta fundamental, ya que el aspecto crítico de la enfermedad se presenta cuando la bronquiolitis alcanza un estadio avanzado. Se recomienda que todo niño que presente tos, fiebre y agitación sea evaluado por un profesional médico para descartar esta u otras enfermedades respiratorias.

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