LUNES 02 de septiembre de 2024.- Si una persona ha sido fumadora, si siente falta de aire al subir pendientes leves o al caminar apurada, y si ha tenido flema y tos por más de 2 años, debería hacer una consulta médica y hacerse una espirometría, que es un estudio indoloro que evalúa el volumen y el ritmo del flujo de aire dentro de los pulmones. Podría estar desarrollando la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, más conocida por su sigla EPOC.

En la Argentina, hasta el 30 % de la población mayor de 40 años que concurre a un hospital tiene la enfermedad. Se sabe también que entre un 75 y 80 % de las personas con la enfermedad no están diagnosticadas.
La EPOC no se cura, pero puede mejorar si no se fuma, se evita la contaminación del aire y vacunándose. Puede tratarse con medicamentos, oxígeno y rehabilitación pulmonar.

Un investigador de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional del Comahue en Neuquén, el médico Gustavo Zabert, publicó recientemente un artículo con colegas de los Estados Unidos, Canadá, Brasil y Chile en el que señalan que hay barreras para los pacientes con EPOC cuando intentan acceder al tratamiento. El artículo fue publicado en la revista Annals of the American Thoracic Society.

Las causas más comunes de la EPOC son el tabaquismo y la contaminación del aire. El doctor Zabert, quien fue presidente de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria, explicó a Diario RIO NEGRO que la espirometría es una técnica relativamente sencilla que implica el uso de nuevos equipos computarizados. “Pero la interpretación en términos de calidad y de diagnóstico requiere de un médico neumonólogo”, afirmó el experto.

Le preocupa la situación de los afectados en relación al acceso al tratamiento adecuado. Algunos no reciben tratamiento. Otros acceden a tratamientos inapropiados.

Tanto en el estudio PLatino, que se hizo sobre la población general, como en el PUMA -enfocado en atención hospitalaria, se encontró que 3 de 4 pacientes (75%) no reciben tratamiento y hasta un 50% de los que lo reciben están con tratamiento broncodilatador de acción corta para aliviar síntomas.

“Además de controlar los factores de riesgo, como abandonar el consumo de tabaco, evitar contaminantes, y aplicarse la vacunación que corresponda, se debe mejorar los síntomas y la calidad de vida del paciente con broncodilatadores de acción larga de uso crónico y de acción corta a demanda, rehabilitación respiratoria y física y oxígeno si lo requiere”, contó.

“Lo más importante es prevenir los empeoramientos, llamados exacerbaciones agudas, que deterioran al paciente y aceleran la enfermedad -advirtió-. Hoy contamos con medicamentos inhalatorios muy efectivos como broncodilatadores de acción prolongada (hay dos tipos) y corticoides inhalados que usados como monoterapia, doble o triple terapia tienen probada eficacia en reducir las exacerbaciones, mejorar los síntomas y la calidad de vida y en disminuir el riesgo de muerte”.

El gran problema de esos fármacos es el alto costo, y conseguir la cobertura de los financiadores de salud (públicos como privados). “Paradójicamente quienes más lo necesitan son los que menos acceso tienen”, señaló.

En 2019 la Organización Mundial de la Salud aceptó que un fármaco de acción prolongada como el tiotropium debe ser considerado un medicamento esencial porque reduce las exacerbaciones, mejora y redunda en reducir los costos de atención.

En el estudio PUMA, menos del 8% de los pacientes recibían broncodilatadores de acción larga. Si no tenían cobertura de salud, ninguno los recibía. “En nuestro artículo destacamos que el precio de los tratamientos con broncodilatadores de acción larga puede implicar que los pacientes asignen 4 a 8 días de sus ingresos en comprar el medicamento en la farmacia.

Lo que termina ocurriendo es que los abandonan y reciben lo que le pueden pagar (1 ó 2 días de ingresos del salario) para mejorar los síntomas un rato o se tratan como si fueran asmáticos con medicamentos que no tiene probada eficacia”, comentó el doctor Zabert.

En toda América, solo Brasil ha incorporado a esos tratamientos sin costos para el paciente en los sistemas públicos. Al hacerlo, han logrado reducir las internaciones y los costos por atención de la EPOC.

Para el profesor, la enfermedad debería ser una prioridad en salud pública porque “está aumentando en prevalencia por el envejecimiento de la población, la persistencia de consumo de tabaco y contaminación aérea”, manifestó.

“Se prevé que será la tercera causa de muerte en el mundo en la siguiente década y a ello le debemos sumar el impacto sanitario y los costos por atención deficiente”, subrayó. Se necesita impulsar la prevención y el diagnóstico temprano, la vacunación adecuada, evitar progresión de la enfermedad con abandono del tabaco, generar políticas para evitar contaminación aérea intradomiciliaria (como estufas de calidad que eviten humo) o laborales.

“A los pacientes con la enfermedad se les debe brindar tratamientos inhalatorios con probada eficacia y efectividad y que sean accesibles”, resumió.

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