LUNES, 16 de julio 2018.- La sospecha sobre la caza de una ballena azul en Islandia abrió nuevamente la polémica sobre esta práctica, a pocos meses de una nueva asamblea de la Comisión Ballenera Internacional, en la que se anticipa Japón podría pedir el fin de la moratoria a la caza comercial de cetáceos.
La CBI realizará su Comité Bianual a partir del próximo 10 de septiembre en Florianópolis (Brasil) y la asamblea será presidida por el representante nipón.
La caza comercial de ballenas está prohibida hace tres décadas y algunos países mantienen un cupo mínimo de capturas con fines científicos.
Las versiones que han circulado en los últimos meses indican que justamente en el próximo plenario de la CBI Japón pedirá que se habilite de nuevo la captura comercial de algunas especies como la ballena minke (rorcual aliblanco), de la que estima que hay un número relativamente abundante de ejemplares, según la propuesta del primer ministro, Shinzo Abe y del gobernante Partido Liberal Demócrata aprobada hace algunas semanas.
Japón debió cancelar este año su campaña de pesca en la zona antártica tras la sentencia de la Corte Internacional de Justicia y también redujo su cuota de capturas en el Pacífico norte a 210 capturas durante el año en curso, 170 menos que en la temporada anterior, debido a la presión internacional.
Sin embargo, la decisión del tribunal de La Haya ni las campañas ambientalistas a afectado su otro programa científico en el Pacífico Norte ni a las capturas comerciales que Japón realiza en sus costas.
POLÉMICA EN ISLANDIA
El escándalo en el pequeño país se inició después de que una asociación de defensa de los animales afirmara que una ballena azul, una especie protegida, fue abatida, algo inédito desde hace 50 años.
“Los voluntarios de Sea Shepherd que vigilan la estación balnearia “Hvalur hf” en Hvalfjördur, en Islandia, informaron que fue abatida una ballena azul, el 7 de julio por la noche”, aseguró esta asociación internacional. No obstante, numerosos expertos islandeses cuestionan las informaciones aportadas por Sea Shepherd.
El animal cazado presentaba, según los especialistas, características parecidas tanto con la ballena azul como con el rorcual común, el segundo animal más grande en el mundo después de la ballena azul, y cuya caza fue autorizada en abril a la empresa islandesa Hvalur hf.
“Tenía un gran dorso con una pequeña aleta como los rorcuales comunes, lo que explicaría por qué lo abatieron”, explicó Gisli Vikingsson, biólogo marino y especialista en ballenas del Instituto de investigación marina y de aguas dulces.
En cambio, “su tamaño y las marcas en la piel de los costados resultan más parecidas a las de la ballena azul”, añadió Vikingsson.
“La arponeamos pensando que se trataba de un rorcual común”, se defendió el presidente director general de la empresa Hvalurg hr, Kristjan Loftsson, según datos que público la agencia de noticias AFP.
“Vemos todo el tiempo ballenas azules en alta mar y nunca intentamos cazarlas, ya que las identificamos por el aliento de sus orificios (vapor de agua que expulsa por el espiráculo, más grande que el de otras ballenas)”, añadió.
Según Vikingson, se trata, a primera vista, de una especie híbrida, poco habitual, resultado de un cruce entre la ballena azul y el rorcual común.
Desde 1987, sólo se han observado cinco animales de esta especie en aguas islandesas, asegura Loftsson. Todos los miembros de esta especia híbrida no son fértiles.
A finales de julio, se conocerán los primeros resultados de los análisis llevados a cabo para determinar la especie del animal cazado, pero estos podrían resultar insuficientes. Ante la polémica por la muerte de este animal, también se realizará un test de ADN, previsto para el otoño.
No hay ninguna legislación islandesa sobre la caza de ballenas híbridas, aunque su comercio está regulado por la Convención del comercio internacional de especies de fauna y flora salvajes amenazadas de extinción.
Mientras en 2006 se aprobó una moratoria internacional para salvar a la ballena de aleta de la extinción, Japón e Islandia decidieron que no se iban a adherir. Y ahora la compañía islandesa Hvalur reanudó este mes la caza y la matanza de ballenas de aleta (Balaenoptera physalus) que se encuentra en peligro de extinción.
La primera caza de la temporada fue precisamente una ballena de aleta de 20 metros que fue cazada brutalmente usando arpones de granada. El arpón tiene un explosivo que se detona cuando la punta está a 50 centímetros del indefenso animal. Las rorcuales también están en la mira de los cazadores; son el segundo animal más grande del mundo, y se espera que 238 de estas sean asesinadas durante esta temporada.
Los islandeses en realidad no comen carne de ballena ni consumen ninguno de sus derivados, por lo que lo que es cazado por esta empresa se exporta a Japón para ser vendido como alimento y como suplemento “médico”.
La exportación contraviene la prohibición del comercio internacional de carne de ballena interpuesta por la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES).
JAPÓN QUIERE CAZAR
El dato menos alentador de todos es que Japón espera reanudar la caza comercial de ballenas, de acuerdo a datos que confirman que ese país asiático va a solicitar la reanudación de la caza comercial de ciertas especies de ballena, tras 30 años de suspensión total, en la reunión que la Comisión Ballenera Internacional (CBI) celebrará en septiembre en Brasil, informaron medios locales.
Japón busca que se permita la captura comercial de algunas especies como la ballena minke (rorcual aliblanco), de la que estima que hay un número relativamente abundante de ejemplares, según la propuesta del primer ministro, Shinzo Abe, aprobada el pasado 26 de junio.
La reunión de la CBI se celebrará entre el 10 y 14 de septiembre en Florianópolis, Brasil, y estará presidida por Joji Morishita, representante del gobierno japonés.
Durante el encuentro, Japón planea dar a conocer la caza comercial de cetáceos como su propuesta principal junto con otras ideas, como una revisión del sistema de toma de decisiones del organismo, según recogió la agencia Kyodo.
Dicha revisión de toma de decisiones se basa en lo siguiente: la Comisión Ballenera Internacional establece actualmente que es necesario obtener la aprobación de tres cuartas partes de sus 88 miembros para establecer cuotas de captura o zonas ‘santuario’ donde la caza de ballenas está prohibida, mientras que Tokio planteará bajar el número de apoyos necesarios a mayoría simple.
Tokio firmó la moratoria total de captura de ballenas con fines comerciales establecida en 1986 para tratar de conservar la especie y ese mismo año emprendió programas de capturas científicas, los cuales son defendidos dado que tienen como finalidad la gestión de recursos marinos.
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