SÁBADO, 17 de octubre 2020.- El gobierno japonés oficializará próximamente su decisión de expulsar al mar el agua contaminada del accidente nuclear ocurrido en la central de Fukushima, a pesar de la fuerte oposición local.
Alrededor de un millón de m3 de agua se encuentran actualmente almacenados en unas mil cisternas en el sitio de la central de Fukushima Daiichi. Esa agua procede de la lluvia, del manto subterráneo o de las inyecciones necesarias para enfriar los núcleos de los reactores que entraron en fusión tras el terrible tsunami del 11 de marzo de 2011.
El agua fue filtrada varias veces para eliminar la mayoría de las sustancias radioactivas que contenía, pero no el tritio, que no puede ser eliminado con las técnicas actuales. Según expertos, el tritio es peligroso para la salud humana en dosis altas.
Según publicó TN este viernes, la capacidad de almacenamiento quedará saturada en poco tiempo, por lo que las autoridades japonesas evaluaron varias soluciones en los últimos años.
A principios de 2020, expertos contratados por el gobierno recomendaron tirar el agua al mar, algo que ya se hace en otras instalaciones nucleares en funcionamiento, tanto en Japón como en otras partes del mundo.
El gobierno debería aprobar esta solución este mes, pero la operación en sí no debería empezar antes de 2022 como muy pronto, según varios medios japoneses. Gran parte del agua almacenada todavía debe volver a ser filtrada para eliminar otros elementos radioactivos.
Esa opción fue muy criticada por los pescadores y los agricultores locales, que temen que la imagen de sus productos se degrade todavía más.
Corea del Sur, que prohíbe la importación de productos marinos de Fukushima, también se mostrò preocupada por las posibles consecuencias medioambientales que pueda tener la operación.
El Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) también defendió la solución de que el agua sea expulsada al mar.
Pescadores del nordeste de Japón temen que si se aprueba el vertido, sobre el que las autoridades llevan debatiendo meses, los esfuerzos de casi una década para retomar su actividad y vender su pescado hayan sido en vano, explicaron a la agencia de noticias Kyodo.
“Estamos aterrorizados de que si se descubre que un sólo pez ha excedido los estándares de seguridad después de verterse el agua, la confianza de la gente en nosotros se desplomará”, dijo un pescador de la ciudad de Soma.
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