LUNES 28 de octubre de 2024.-  Un nuevo estudio sugiere que el uso de estos medicamentos podría modificar el microbioma afectando indirectamente el riesgo asociado a esta enfermedad neurodegenerativa

Ciertos microbios intestinales podrían vincularse con el riesgo de una persona de desarrollar la enfermedad de Parkinson, sugiere un estudio reciente. Las personas a las que se recetaron múltiples ciclos de antibióticos con penicilina tienen un riesgo modestamente más bajo de desarrollar Parkinson, encontraron los investigadores.

Esos antibióticos podrían estar afectando a las poblaciones bacterianas en el intestino, lo que a su vez podría influir en el riesgo de Parkinson, señalan los investigadores.

Las personas que recibieron cinco o más ciclos de penicilina en un periodo de cinco años tenían un riesgo un 15 por ciento más bajo de Parkinson, en comparación con las que no tomaron antibióticos, mostraron los resultados.

Y cuantos más cursos de penicilina tomaba una persona, más bajo era su riesgo de Parkinson, anotó el investigador principal, el doctor Gian Pal, neurólogo de la Facultad de Medicina Robert Wood Johnson de la Universidad de Rutgers, en Nueva Jersey.

Los resultados se suman a la creciente evidencia de que los microbios que viven en el tracto digestivo humano podrían desempeñar un papel en el Parkinson, un trastorno cerebral degenerativo que afecta el movimiento y el equilibrio. Por ejemplo, algunos investigadores piensan que la inflamación promovida por las bacterias intestinales podría aumentar el riesgo de Parkinson, y otros creen que ciertas bacterias podrían liberar toxinas que afectan el sistema nervioso.

“Existe la idea de que la enfermedad comienza en el intestino y que la inflamación en él puede hacer que el intestino sea más permeable y permitir que las toxinas o la inflamación asciendan al cerebro a través del nervio vago”, explicó Pal.

En el estudio, que se publicó en una edición reciente de la revista Parkinsonism & Related Disorders, los investigadores compararon más de 12.500 expedientes médicos de pacientes del Reino Unido con Parkinson con más de 80.800 personas similares sin el trastorno.

El estudio también encontró que las personas que tomaron dos o más cursos de medicamentos antimicóticos en un plazo de cinco años tenían un riesgo un 16 por ciento más alto de Parkinson. Sin embargo, Pal anotó que las asociaciones son relativamente pequeñas y necesitan más estudio antes de que se deban sopesar en las decisiones médicas de una persona.

“Todos estos son muy leves, así que no deberían influir en las decisiones sobre cuándo usar antibióticos o antifúngicos”, dijo Pal en un comunicado de prensa de la Rutgers. “La importancia del estudio es que habla de la idea de que algo está sucediendo en el microbioma intestinal que podría influir en la enfermedad de Parkinson”.

“El hecho de que un medicamento que se toma solo durante unos días para alterar el microbioma de una forma pequeña altere el riesgo de Parkinson, para mí, eso hace que el microbioma esté implicado”, añadió Pal. La investigación de seguimiento debe enfocarse en la asociación de hongos o bacterias específicos con el riesgo de Parkinson de una persona, dijo el experto.

“Comprender mejor cuál es la composición antifúngica en el intestino, que en realidad no se ha explorado bien, y ver si eso es útil para distinguir a los pacientes de Parkinson de los que no lo son”, dijo Pal.

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