DOMINGO, 16 de febrero de 2020.-Para algunos la noticia de la presencia de un equipo de kelpers en el panamericano de Badminton que se realiza por estos días en Brasil podría pasar por una hecho anecdótico y circunscrito al mundo del deporte.
La presencia de la pretendida selección nacional de Falkland Islands en el panamericano de Badminton que se realiza en Brasil, con la bandera colonial colgada junto a otras de América, es un síntoma de como el gobierno de los kelpers -patrocinados por Gran Bretaña- rompe el aislamiento internacional y avanza con su proyecto de de reconocimiento del mundo, sobre la base de la autodeterminación, y miembro de la Commonwealth Británica.
Esta situación no es nueva, ya que se revive lo ocurrido en un partido de hockey sobre hielo en septiembre del 2019, donde nuevamente los kelpers salen a competir en eventos deportivos como si se trataran de selecciones nacionales de un país que no existe en los papeles, pero que es el objetivo estratégico del Reino Unido.
Gracias al «paraguas de soberanía» impuesto por los británicos a la República Argentina a través de los tratados de Madrid I y II, y el acuerdo Foradoni-Duncan los kelpers llevan adelante un movimiento de desarticulación de los reclamos argentinos, fundados en la autodeterminación de los pueblos, pretenden dejar su estatus de territorio de ultramar del Reino Unido, y avanzar en su proyecto de construir un país integrante de la mancomunidad de naciones británicas. Solamente la colonia de Georgias, Sanwich del Sur y el Territorio Antártico permanecerían como territorios británicos de ultramar.
Mientras tanto, los diplomáticos argentinos pro-británicos, a los cuales se les caen la babas cuando se encuentras con el embajador Mark Kent en las pomposas tertulias en la embajada del Reino Unido, operan para el sostenimiento de los ilegales tratados de Madri I y II del gobierno de Carlos Saúl Menem y Su Majestad la Reina Isabel II, tratados que los gobiernos nacionales sucesivos no se atrevieron a tocar y convalidaron a pesar de su ilegalidad y que resultan lesivos al interés nacional y de la provincia de Tierra del Fuego.
Más contemporáneamente nos encontramos con el «comunicado conjunto», el ilegitimo y espurio acuerdo Foradoni-Duncan, que fue la materialización de las demandas británicas que la primera ministra Theresa May, apenas había asumido, le realizó al presidente Mauricio Macri.
El acuerdo fue «para remover todos los obstáculos que limitan el crecimiento económico y el desarrollo sustentable de las Islas Malvinas», eso quiere decir pesca, hidrocarburos, turismo, y las conexiones aéreas entre Malvinas y terceros países.
Hoy el gobierno de colonial de los kelpers promociona el turismo de Malvinas, Georgias y la Antártida en Malvinas en Brasil, recibe cruceros que pasan por Ushuaia, turistas que utilizan el aeropuerto de Ushuaia, y se enriquece gracias al saqueo de los recursos ictícolas y marinos en el Atlántico Sur, y pretende explotar 60 mil millones de barriles de petroleo, que le pertenecen al pueblo argentino.
El gobierno de Alberto Fernández, integrado por su canciller Felipe Solá y el Secretario Daniel Filmus, tienen razones más que suficientes para derogar y terminar de una vez por todas con la ignominia de los tratados de Madrid I y II, perfeccionados por los sucesivos acuerdos firmados con el Reino Unido, entre ellos el Foradoni-Duncan.
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