SÁBADO, 31 de marzo 2018.- Veinte argentinos mueren por día como consecuencia del cáncer de colon, a pesar de ser una enfermedad que hoy puede curarse hasta en el 90% de los casos con procedimientos mínimamente invasivos si es detectada a tiempo, y también tratarse favorablemente inclusive en estadios avanzados.

El cáncer de colon es el segundo más frecuente en la Argentina (11,8% de los casos), luego del cáncer de mama (16,8%) y antes que el de próstata (9,7%), según cifras del Ministerio de Salud de la Nación.

Estadísticas de 2014 revelaron que fallecen en promedio 20 argentinos por día por esta causa, lo que da un valor anual de 7.313 casos, cifra solo superada por la mortalidad por cáncer de pulmón (9.340 defunciones).

Sin embargo, la buena noticia es que 9 de cada 10 casos de cáncer de colon pueden curarse, y mediante tratamientos mínimamente invasivos, en la medida en que sean diagnosticados a tiempo.

Es un cáncer que tiene la característica de ser muy frecuente y potencialmente severo, pero afortunadamente muy tratable y curable si es detectado en forma precoz», explicó Pablo Sánchez, jefe del Departamento de Cirugía Abdominal y Proctología del Instituto Roffo.

En la Argentina, se detectan alrededor de 13 mil nuevos casos por año. Entre los factores de riesgo de padecer cáncer colorrectal, se encuentran la edad (a partir de los 50 años aumenta el riesgo), tener antecedentes de pólipos o de esta enfermedad en la familia (aunque también es muy frecuente el diagnóstico en personas sin antecedentes familiares), padecer enfermedad inflamatoria intestinal, llevar una mala alimentación, ingerir alcohol en exceso, fumar, presentar sobrepeso y una vida sedentaria sin actividad física.

El cáncer de colon afecta levemente más a hombres que a mujeres y su mayor incidencia se presenta entre los 65 y 75 años.

Algunos síntomas que merecen la consulta al médico porque eventualmente podrían estar indicando la presencia de un posible caso de cáncer colorrectal, son los cambios en los hábitos de evacuación intestinal, sangrado en materia fecal, reiterado dolor abdominal o rectal y anemia o pérdida de peso repentina.

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