SÁBADO, 19 de enero 2019.- Según las proyecciones que la Cepal, en 2018 la pobreza bajaría a 29,6% de la población en América latina, lo que equivale a 182 millones de personas (2 millones menos que en 2017), mientras que la tasa de pobreza extrema se mantendría en 10,2% alcanzando a unas 63 millones de personas (1 millón más que en 2017).
Pero entiende que de mantenerse el crecimiento del ingreso y la disminución de la desigualdad similares a la última década, diez países podrían reducir la pobreza extrema hasta el 3% y once países podrían reducir la pobreza a la mitad para 2030.
Allí cuenta a la Argentina, que según sus cálculos, podría reducir a la mitad la pobreza en 2023, en tanto ya logró reducir la pobreza extrema por debajo del 3%, en el informe Panorama Social de América Latina 2018.
Según explica, Argentina es uno de los países en los que más destinaba recursos al gasto social en 2016, con un promedio de u$s 1469 por persona, detrás de Chile, Uruguay y Brasil.
De hecho, al analizar el peso relativo del gasto social del gobierno central de 2016, Argentina destinaba 14,3% del PBI, por encima del promedio de 12,8% de América del Sur. Un 78,3% de ese gasto está explicado por la protección social, un 11,1% por educación y 6,4% por salud.
El informe estima que en Argentina la pobreza extrema fue de 2,8% al cuarto trimestre de 2017 (-0,1 puntos respecto de 2016) y la pobreza era de 18,7% (-2,8 puntos), por debajo de las estimaciones oficiales al segundo semestre del año, debido a las mayor cantidad de perceptores de transferencias.
Esta «caída moderada de la pobreza» estuvo «basada casi exclusivamente en la mejora del ingreso medio de los hogares», explica Cepal. Según sus datos, el ingreso total aumentó 1,4% entre 2012 y 2017 en Argentina, impulsado por las transferencias (+4,3%), los perceptores de las transferencias (+4,1%), los perceptores de los ingresos laborales (+1,8%), las transferencias por perceptor (+0,3%) y los ingresos laborales (+0,2%), aunque jugó en contra el ingreso laboral por perceptor (-1,5%).
Así el índice de Gini se ubicaba en 0,39 en 2017, por debajo del promedio de 0,47 de América latina (el 1 representa la máxima desigualdad), pero también de Brasil (0,539) y Chile (0,454).
Como resultado, en 2017 el porcentaje de personas con ingresos inferiores al 50% de la mediana fue de 13,6% en Argentina, por debajo del 18,8% del promedio regional.
Se debe a que la Argentina aumentó 15,8 puntos la participación de la remuneración de los trabajadores asalariados en el PBI entre 2003 y 2016, por encima de América latina (4 puntos). Así avanzó la participación del ingreso de los trabajadores en el PBI argentino, al 42,8% y el ingreso laboral avanzó a 50,7% de PBI desde el 30,9% en 2003.
Respecto del gasto público promedio destinado a políticas del mercado de trabajo, indica que Argentina prioriza programas de capacitación, creación de empleo directo, incentivos laborales o incentivos para el emprendimiento.
En cuanto, al acceso pleno a los derechos y servicios sociales, en 2016 solamente el 23,5% de los hogares de América latina se encontraban en una situación de doble inclusión, es decir, lograban simultáneamente la inclusión social y laboral. Argentina había trepado al 37% desde el 23,7% en 2002. En tanto, un 23,7% estaba en situación de doble exclusión.
El informe concluye que «un incremento de la tasa de participación femenina para que se equipare a la de los hombres en edades entre 14 y 65 años aumentaría el ingreso medio de los hogares entre un 3% y un 4% en países como la Argentina», ya que el país cuenta con 38,4% de la mujeres en sectores de baja productividad.
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