MARTES, 20 de noviembre de 2018.- El 20 de noviembre de 1845, se produjo un desigual enfrentamiento entre tropas argentinas y la flota anglo francesa. A pesar de la derrota, la heroica resistencia se convirtió en un hecho emblemático para el nacionalismo argentino.

¿Qué ocurrió? Siendo el brigadier Juan Manuel de Rosas gobernador de la provincia de Buenos Aires y poseedor, a la vez, del manejo de las relaciones exteriores de la Confederación Argentina, se produjo un conflicto internacional con los gobiernos británico y francés. Las potencias europeas, que se encontraban en plena expansión colonial, comerciaban desde hacía años en el Río de la Plata, tanto con Montevideo como con Buenos Aires. Eran los principales compradores de las materias primas de la región, así como los proveedores de manufacturas.

Ante una lucha interna en la Banda Oriental, hoy Uruguay, Rosas apoyó al líder federal y decidió intervenir en el conflicto con tropas y bloqueando el puerto montevideano. Esta situación perjudicaba el comercio de los europeos, quienes decidieron forzar a Rosas al ingresar con sus barcos mercantes por el río Paraná rumbo a Corrientes y Paraguay. Uno de los principios que Rosas había sostenido en su gobierno era impedir la libre navegación de los ríos interiores del país por parte de otras naciones. Este hecho, que perjudicaba los intereses comerciales del Litoral, era justificado en la defensa de la soberanía nacional, asociada a su control exclusivo del territorio.

Al ingresar la flota anglo francesa, muy superior en número y recursos, se decidió un osado plan de defensa que comandó Lucio Mansilla. Colocó unos pequeños botes, que sostenían cadenas a lo ancho del río, en tierras de la familia Obligado. Se eligió ese lugar porque permitía una defensa más accesible, por sus barrancas y el tamaño del río en esa vuelta. A pesar de lo valeroso de la defensa, que se sostuvo por varias horas, los barcos europeos lograron vencer la resistencia y continuaron avanzando, dejando a su paso cientos de muertos en combate. El objetivo de las potencias era quebrar la prohibición de comerciar con el interior, lo cual les resultó infructuoso, dada la crítica situación económica de estas regiones. No volverían a intentar otra expedición.

¿Cómo se lo interpretó? Muchos años después de este combate, surgió dentro de la historiografía argentina una corriente revisionista que ensalzó la figura de Rosas como un líder nacionalista y defensor de la soberanía. En esa línea, la batalla de Obligado adquiría un carácter épico, no tanto por el hecho en sí – que fue una derrota – sino por lo simbólico de haberse atrevido a enfrentar a las mayores potencias mundiales, en inferioridad de recursos e, incluso, con la certeza de que la victoria sería imposible. Fue valentía, incluso temeridad, en su máxima expresión, más allá de los motivos políticos o económicos que rodeaban al hecho.

En el gobierno de Isabel Perón, por iniciativa del historiador José María Rosa, el Congreso declaró el 20 de noviembre como el Día de la Soberanía Nacional. En 2010, en el gobierno de otra presidenta, se convertiría en feriado nacional, aunque trasladable al cuarto lunes de noviembre. El decreto de Cristina Kirchner justifica la elevación de la fecha por ser «uno de los hitos históricos más importantes de nuestra Nación.» Nuevamente, el hecho histórico se ve resignificado en pos de su carácter simbólico, porque nos recuerda que «la Patria se hizo con coraje y heroísmo.»

Cada presente reinterpreta su pasado, muchas veces para justificar posturas propias más que para buscar la verdad histórica. Tal vez el mayor legado del combate de Obligado sea que la Soberanía, el poder supremo, se encarna en los ciudadanos, en aquellos que cotidiana y anónimamente damos lo mejor de nosotros mismos para construir una verdadera Patria.

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