Verdean fuerte los brotes entre las barbas de viejo de las lengas en ese bosque que abraza al Lago Yehuin, ese espejo de aguas transparentes de 51 Km de costa y más de 40 m de profundidad que, aunque no parezca pertenece a la cuenca del Océano Pacífico.

Las parejas caminan por su costa y las infancias juegan a tirar piedritas con el sólo propósito de mojarse mientras se ven columnas de humo que delatan fuegos sagrados que de sagrado tienen poco. Alguna que otra pelota de fútbol o de rugby y Rodrigo que le canta a Diego desde el estéreo de un auto sin importarle nada que a pocos metros Metallica haga estallar un parlante con “Enter Sandman”.

Algunos fines de semana del corto verano fueguino, si el clima acompaña, la gente llega de todas partes a pasar el día y acampar en torno a las ruinas de la vieja Hostería que alguna vez fue un ícono turístico.

Mira también “Latinoamérica tiene casi 30 millones de jóvenes que no estudian ni trabajan”
Así, tal como sucede hoy, el 10 de diciembre de 1989 los Sura; los Gallardo; los Santana; los Muñoz; los Saldivia y los Alvarado estaban en el Lago Yehuin disfrutando de un maravilloso domingo. Todas familias conocidas de Río Grande que desde ese día quedaron desmembradas.

Las crónicas de la época y de años posteriores cuentan, con más o menos detalles, que Carlos Sura (35); Pedro Gallardo (35) y Carlos Santana subieron a la lancha que habían llevado para navegar por el espejo de agua. Se hubieran ido solos si no fuera porque en un abrir y cerrar de ojos 9 niños, niñas y adolescentes se subieron con entusiasmo para participar del paseo: Cristian Sura (5); Carolina (10) y Daniel Gallardo (7); Fernando Santana (16); Rodrigo (10), Arturo (12) y Cristian Muñoz (12); Fernando Saldivia (7) y Fabián Alvarado (6).

Al llegar al medio del lago quiso la tragedia que la embarcación se diera vuelta y que todos los ocupantes perdieran allí la vida. Poco importan los detalles de lo ocurrido 32 años después. Fue terrible la búsqueda y rescate de los cuerpos de todos los tripulantes menos el de Carolina Gallardo, que nunca fue encontrado.

La ciudad estuvo consternada varios días ante uno de los hechos más desgraciados y tristes de la historia fueguina. Carlos Sura hoy sería un abuelo jubilado, igual que sus amigos “Cacho” Gallardo y Carlos Santana. Y Cristian Sura tendría 37; Carolina 42 y su hermano Daniel casi 40. Fernando Santana, el mayor de todos los menores, tendría 48 y los hermanos Muñoz andarían por los 42 años Rodrigo y 44 Arturo y Cristian. Fernando Saldivia tendría 39 y Fabián Alvarado hubiera cumplido 38 años.

Pero el destino quiso que ese presente que hoy hubieran tenido quedara resumido a un monolito al pie de una cruz sencilla y una placa con sus nombres, en un claro rodeado de maravillosos árboles y un suelo verde que en verano se ve más verde. Y desde donde puede verse el lago y al fondo los picos casi siempre nevados y, contrastando con una de las vistas más bellas de la isla, una sensación de tristeza infinita que llega hasta lo más profundo del alma…

 

Comentario de Facebook